Carta abierta a la dirección del Minerd
Ministra Dra. Josefina Pimentel
Directoras de Distritos
Abril 23, 2013
Distinguidas Funcionarias y funcionarios:
Me dirijo a ustedes consciente de los graves problemas que enfrenta el MINERD, y también de las expectativas que el aumento del presupuesto genera. En esta carta solamente voy a enfocar la necesidad de que las metas finales de la educación formen parte de su zapata inicial. Estas metas no se reducen al conocimiento tecnológico que le permite al estudiante valorizar su fuerza laboral en el mercado, y a la economía del país aumentar su productividad y mejor redistribuir sus ingresos. Además de esta función utilitaria, el filósofo Cesar Cuello nos recuerda que “la educación tiene una función esencial iluminista y socializadora que consiste (permítaseme por favor la redundancia) en humanizar al ser humano desde el punto de vista del desarrollo no sólo de su intelecto, sino también de su conciencia y comprensión del mundo y de sí mismo”.[1]
El ejercicio de la autonomía es un pre-requisito para el ejercicio de la libertad, principio medular del proyecto de nación soberana de Juan Pablo Duarte. Pero a nivel individual, todos experimentamos la pérdida de autonomía cuando nos insertamos en el mercado laboral. La educación permite vender el producto del trabajo mental, es decir, convierte al individuo en un factor de productividad para quienes compran sus servicios. Al educarse, la persona adquiere un mayor valor utilitario, pero en su vertiente crítica, la educación debe permitirle discernir y estar consciente de las consecuencias de su instrumentalización, tanto para su persona individual como para la sociedad a la que pertenece. Solamente así, estará en condiciones de lograr autonomía y ejercer la libertad.
Si la escuela no asume la tarea de permitir la individualización de los estudiantes hacia la formación de una conciencia crítica, se puede argüir parodiando a Paulo Freire que cumple la meta de domesticar, no de educar. ¿Acaso no es esto lo que observamos a diario en República Dominicana con la integración de intelectuales a la defensa de la tiranía, de la corrupción política, y del sabotaje a las leyes vigentes? ¿Acaso la turba de birretes utilizando la violencia y coerción para intimidar al Ministerio de Justicia para que no se investiguen los alegatos de corrupción del ex -Presidente Fernández no revelan su instrumentalización (recordemos él se pega o se paga de Leonel Fernández) y su ausencia de autonomía y ética?
Cesar Cuello nos recuerda en su libro (2012) que el fortalecimiento de la autonomía es uno de los fundamentos éticos que deben de subyacer en toda reforma educativa, y que no estuvo ausente en la reforma de los noventa. Lo deduce de la ley Orgánica de Educación resultado de la Reforma. La ley busca:
“…que el alumno sea capaz de participar en la sociedad con una conciencia crítica frente al conjunto de creencias, sistema de valores éticos y morales propios del contexto socio-cultural en el cual se desarrolla. Promueve que los estudiantes se conviertan en sujetos activos, reflexivos y comprometidos con la construcción y desarrollo de una sociedad basada en la solidaridad, justicia, equidad, democracia, libertad, trabajo y el bien común, como condición que dignifica al ser humano” (Ley No. 66-97).
Pero de inmediato añade como este enunciado hacia la formación de un individuo crítico se filtra a través de la declaración inicial de la Ley, la que plantea que “Todo el sistema educativo dominicano se fundamenta en los principios cristianos evidenciados por el libro del Evangelio que aparece en el Escudo Nacional y en el lema "Dios, Patria y Libertad".
Este planteamiento es contradictorio al contenido de la ley, que plantea la existencia de una diversidad de creencias y de valores éticos al interior de la sociedad dominicana, y propone como meta la formación de “una conciencia crítica” que permita la creación de una sociedad solidaria, justa, democrática, igualitaria y libre. Esta declaración de confesionalidad a “principios cristianos” en la práctica se traduce en el cumplimiento del Concordato Trujillista de 1954. Su vigencia tiene el efecto de convertir el catolicismo en una religión secularizada y politizada, y por otra parte en transformar el estado en un régimen autoritario y sacralizado.
En este mismo sentido quiero citar al filósofo español Fernando Savater, quien responde a la discusión sostenida de incluir alguna mención a las raíces cristianas de la cultura europea en el preámbulo de la venidera Constitución de Europa:
Dejando de lado la evidente cuestión de que ello podría entonces implicar la inclusión explícita de otras muchas raíces e influencias más o menos determinantes, dicha referencia plantearía interesantes paradojas. Porque la originalidad del cristianismo ha sido precisamente dar paso al vaciamiento secular de lo sagrado (el cristianismo como la religión para salir de las religiones, según ha explicado Marcel Gauchet), separando a Dios del César y a la fe de la legitimación estatal, es decir, ofreciendo cauce precisamente a la sociedad laica en la que hoy podemos ya vivir. De modo que si han de celebrarse las raíces cristianas de la Europa actual, deberíamos rendir homenaje a los antiguos cristianos que repudiaron los ídolos del Imperio y también a los agnósticos e incrédulos posteriores que combatieron al cristianismo convertido en nueva idolatría estatal. Quizá el asunto sea demasiado complicado para un simple preámbulo constitucional…[2]
El nacionalcatolicismo es el remanente de siglos de dominación religiosa de los períodos históricos de la Cristiandad y la Colonización Ibérica en el continente americano. Esta alianza político-religiosa se manifestó en los hechos alrededor de la separación de Haití en 1844, cuando el Jefe máximo de la Iglesia, el Vicario General y Arzobispo Electo Tomás de Portes e Infante negociaba la conformación de un protectorado francés en contra del proyecto de nación independiente y soberana de Juan hablo Duarte. Para lograrlo, utilizó las armas de la diplomacia internacional, el púlpito, la Carta Pastoral, la excomunión mayor, y el miedo a un dios celoso y vengativo en esta vida y en el imaginario del más allá; frente a un auditorio de fieles temerosos, iletrados, y creyentes.[3]
La Carta Pastoral del 24 julio de 1844 excomulgó y estigmatizó a Duarte y todos sus seguidores que se oponían al protectorado francés. Amenazó a la población con la excomunión si lo desobedecían: “os conminamos con excomunión mayor, a cualquiera clase de persona que se mezclase en trastornar las disposiciones de nuestro sabio Gobierno, y del bien socia”. Esta Carta explica por qué el Fundador de la nacionalidad dominicana fue vilipendiado, calumniado, perseguido, encarcelado, repudiado por turbas pidiendo su cabeza, y finalmente exilado.[4] El hecho de que Mussolini, Hitler, Franco, Pinochet, Trujillo, y Balaguer nunca fuesen excomulgados, debe de ser motivo por lo menos de reflexión.
El problema del enunciado confesional de la Ley Orgánica de Educación (Ley No. 66-97) tiene consecuencias nefastas, El Ministerio de Educación ha insertado en los Contenidos Básicos de la Dirección General de Currículo en el Área de Formación Integral Humana y Religiosa los dogmas católicos para alcanzar la formación humana, de acuerdo a lo establecido por el Concordato Trujillista de 1954.[5] Pero el Concordato es inconstitucional, anacrónico y obsoleto cuando la Constitución de la nación no es confesional, cambio que tuvo lugar con la reforma constitucional de 1924.
Las escuelas públicas están llamadas a socializar las nuevas generaciones en principios morales y cívicos que permitan un consenso social para la práctica democrática, la gobernabilidad y la conformación de un estado de derecho. Esta socialización pertenece al dominio público, y no puede ser delegada a ninguna Iglesia. El Concordato otorga a la iglesia romana el monopolio de la enseñanza de doctrina católica romana y la obligación de imponer sus preceptos. Esta imposición discrimina y afecta negativamente a las niñas y adolescentes particularmente porque viola el derecho a la libertad de conciencia y cultos y los derechos de la niñez al obstaculizar la implementación de la educación sexual en las escuelas.
Pero la educación sexual en las escuelas públicas es necesaria por múltiples razones. Entre las más significativas tenemos: (1) En su ausencia, niños y niñas son formados sexualmente por la cultura tradicional patriarcal, con su doble estándar, sus prejuicios, su ausencia de conocimientos biológicos y psicológicos para elaborar criterios sobre el tratamiento de la sexualidad humana en la infancia, la niñez, la adolescencia y la adultez; (2) porque la educación sexual es el principal medio para contrarrestar la intimidación, y mofa pública a que son sometidos en las escuelas los niños percibidos como no-heterosexuales (bullying); (3) porque actualmente se discrimina contra las niñas y se les viola su derecho a la educación al expulsarlas del aula debido a embarazos, en momentos en que más necesitan el apoyo de la comunidad. Se las estigmatiza y se las obliga a una maternidad forzada, a descontinuar sus estudios, y a matrimonios a destiempo muchas veces con sus propios violadores; (4) porque la ausencia de educación sexual, deja a la niñez sin defensas ante los embates de pederastas, particularmente las figuras de autoridad en sus vidas que son los más peligrosos debido a su capacidad para lograr el abuso continuado y más conflictivo: padres, padrastros, abuelos, tíos, docentes, pastores y sacerdotes.
La educación sexual pertenece al área de salud física y mental a todos los niveles de la educación del estudiante. La misma debe de sustituir la enseñanza del catecismo romano que no pertenece en el sistema de educación pública y contradice los derechos humanos de igualdad de género, libertad de conciencia y de cultos, y derechos de niños y niñas a una educación de calidad. Docentes con conocimientos de inglés deben de navegar en la web para conocer los programas y manuales que se implementan en los diferentes municipios de los Estados Unidos para empoderar y defender a sus niños y mantenerlos fuera de la acción devastadora de predadores sexuales y de los que les roban su autoestima y felicidad a través del bullying.
Les invito a que inicien un diálogo público sobre las razones por las cuales el Estado Dominicano impone la enseñanza del catecismo romano y vela por el cumplimiento de sus preceptos. Encontrarán un gran apoyo de los sectores más conscientes de la sociedad dominicana, capaces de poner los intereses de nuestros niños y niñas por encima de cualquier otro interés particular. Espero que el personal docente y todos los sectores que tan asiduamente se unieron a la demanda del 4% para educación, reflexionen y demanden educación científica, ciudadana, y de respeto a los derechos humanos y los principios de solidaridad, igualdad y libertad. Y que además, en el siglo XXI la crítica a la enseñanza de doctrinas sectarias en las escuelas públicas y a la adopción de una iglesia estatal, NO sea un acto considerado subversivo.
Respetuosamente se despide,
Argelia Tejada Yangüela
Carta Pastoral del Dr. Portes Infante, Arzobispo Electo, anunciando la Independencia nacional.
[1] Fragmento del capítulo 18 del libro de Cesar Cuello, La Compleja Existencia de la Tecnología, publicaciones del Banco Central, 2012.
[2] Publicado originalmente en el diario El País, 3-04-2004. Reproducido en la Biblioweb de sinDominio con permiso del autor.
[3] Colección del Centenario de la República Dominicana, Vol. II (1944). Documentos para la Historia Dominicana. Anunciando la Independencia. Carta Pastoral del 24 de julio de 1844, Tomás de Portes e Infante. Santo Domingo: AGN, pp. 47-55. Original en el Archivo General de la Arquidiócesis de Santo Domingo, estante B cajón 62, legajo 28
[4] Para una lectura de los hechos que ocurrieron en el mes de julio y de la persecución a Duarte a partir del 24 de julio de 1844, ver Orlando Inoa, Biografía de Juan Pablo Duarte, 2008, pp. 130-35.