De un tiempo a esta parte veo con mucha preocupación que tanto medios de comunicación, como las instituciones educativas e incluso en el seno familiar se hace énfasis en la necesidad de acumulación de riquezas de la forma más rápida posible; mientras concomitantemente nos quejamos y criticamos la voracidad de los políticos y empresarios, sin percatarnos de que los mismos no son más que el resultado de nuestras aspiraciones y valores generales.

Es muy común escuchar a líderes políticos, empresarios y deportistas enorgullecerse públicamente de nunca haber sido buenos estudiantes y de haber conseguido todas las riquezas materiales que poseen sin haberse titulado ni siquiera de bachilleres, mientras se mofan de aquellos que han invertido esfuerzo y dinero en la realización de estudios.

He leído en más de una oportunidad extensos análisis de estos técnicos improvisados en las artes del vivir quienes aconsejan no invertir esfuerzos, ni mucho menos dinero en educación; puesto que según ellos, la vida es mucho más plena cuando se disfruta tú corto tiempo sobre la tierra y se emplea el ingenio para producir riquezas.

No deja de llamarme la atención el ver como a los centros educativos invariablemente llevan deportistas famosos para motivar a los chicos y aunque éstos siempre se cuidan de exhortar a los pequeños a continuar estudiando, son muy escasos aquellos que pueden hablar con el ejemplo e indicar que son poseedores de algún grado académico. Al final del día lo que queda es la convicción de que hay que fajarse a practicar algún deporte de los que procuran buenos contratos, para no tener que seguir luchando con una educación que nunca termina.

Antes de ayer escuchaba un programa de radio moderado por el señor Peter Ricchiutti, profesor de finanzas e inversiones en la escuela Freeman de Negocios de la Universidad de Tulane, en el cual entrevistaba a dos emprendedores locales de la ciudad de New Orleans; una era la señora Mignon Faget, famosa diseñadora de joyería, cuyos ancestros son rastreados a la isla que hoy compartimos con Haití y el otro era el señor Brent McCrossen, fundador de la compañía de audio digital Audiosocket y ambos personajes mostraron públicamente sus respectivos orgullos, no solo de nunca haber realizado estudios de ningún tipo, sino también de haber sido muy malos estudiantes. El señor McCrossen fue tan sarcástico que incluso llegó a expresar, entre risas, que a menudo era requerido para ofrecer charlas motivacionales en Universidades, cuando él nunca pasó por ninguna de ellas.

Lo cierto es que con este tipo de competencia aquellos que tenemos una vida dedicada a los estudios, sin acumular riquezas, tenemos un trabajo difícil para convencer a nuestros hijos de que el esfuerzo personal, el trabajo a largo plazo y sobre todo el conocimiento, son herramientas fundamentales para lograr una vida plena.

Mi hija a cada rato me pregunta sí yo soy famoso e invariablemente le contesto que no es la fama lo importante, sino el servicio a la sociedad; pero no sé sí en el largo plazo mí discurso hará alguna diferencia, cuando los altoparlantes de los que sí son famosos y han acumulado mucho dinero dan fe de otra realidad, mientras la sociedad se rinde ante los pies de estos personajes.

De lo que sí estoy completamente seguro es que si seguimos fomentando la indiferencia a la educación y la búsqueda de dinero rápido y fácil, estamos condenados al fracaso. De continuar en el camino elegido estaremos expuestos a padecer toda suerte de vicios, puesto que en un mundo donde los bienes son esencialmente escasos, es un hecho comprobado que no todo el mundo llegará a tener millones, ni mucho menos a ser famoso y en cambio lo que tendremos serán muchos idiotas, porque la estupidez si es un bien que crece y se multiplica tanto o más que la verdolaga.