SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Los eventos o concursos estatales de artes visuales, música, literatura, etc. deben ser abiertos a todo quien quiera participar, sin reglas limitativas o jurados de selección, ubicando cada expresión en su justo lugar mediante metodología y museografía, permitiendo así una total libertad de expresión de la colectividad.

Un evento que no actualiza sus bases o reglamentos es un evento decadente.  La Bienal Nacional como evento cultural oficial es uno de los más antiguos del país, el más importante, no la Feria del Libro como manifiesta Amable López Meléndez, en respuesta al ministro de Cultura quien se negó a realizar la rueda de prensa protocolar al lanzamiento de las bases, según afirmó.

El Museo de Arte Moderno, con una administración desgastada por largo ejercicio, como ocurre con los gobiernos continuistas, la gente se acostumbra a sus decisiones, sin mayor debate o confrontación y por su parte en el Ministerio de Cultura, las artes plásticas no merecen mayor atención en estos momentos, para éste todo parece cuadrado, no hay renovación, se dirige una estructuración prederteminada sin ánimos de innovación.

Muchos consideran que escribir sobre uno mismo es inmodesto, puede parecer arrogante, que deben hablar los otros sobre ti, pero si en tu formación confluyen la de historiador y artista como en el caso de Danicel, Danilo de Los Santos, y en mi caso periodista y artista (sobre todo cumpliendo con las exigencias del método, respetando los hechos con la rigurosa objetividad), no se nos puede negar.

Los reglamentos de la bienal hoy son obsoletos, a lo sumo a partir del 2005 se corrigió lo que nunca debió haber sucedido, pero las bases lo permitían, cuando en el 2003, recayó en mi persona el Gran Premio, el Primero en Video y Multimedia y el Primero en Instalación.

Lo que en nuestro país más que gloria y admiraión genera, celos, envidia, en el peor de los casos el infame sentimiento del odio. No es mi culpa ni manipulación, difícil si no imposible sería influenciar sobre 24 personas, creo que el jurado más numeroso jamás constituido para una bienal.

Un contrasentido que se convierte en una ofensa para los autores, y que permite la manipulación y el juego de intereses es el Jurado de Selección, que como caso singular ahora es el mismo que el Jurado de Premios, que pudiera aplicarse solo a los artistas que no cumplen con las exigencias siguientes, parte de las reglas:

1. Ser titulado de la Escuela Nacional de Artes Visuales, universidades o centros de estudios artísticos, nacionales o extranjeros, reconocidos por el Estado dominicano.

2. Ser miembro activo del Colegio Dominicano de Artistas Plásticos.

3. Haber sido seleccionado en un certamen artístico: bienales o concursos a nivel nacional.

4. Demostrar su participación en proyectos o exposiciones, individuales o colectivas.

De hecho un autor distinguido con premios previos en la bienales debe entrar automáticamente. En el peor de los casos a galardonados con un Gran Premio Nacional un Jurado de Selección le ha impedido exponer hasta fuera de concurso. Ese es el mío, con un jurado compuesto por Carlos Acero, Danilo de los Santos y Ricardo Ramón Jarne.

En muchos casos los Jurados de Selección tienen o han alcanzado menos méritos objetivos que los concursantes, con una carrera menos representativa, con menor influencia y por supuesto que ahí se impone la venganza, se aplican ideas y conceptos extra artísticos en un contexto competitivo donde debe prevalecer el valor probado del autor y de la obra, sumo interés del Estado de apropiarse de la excelencia para su Patrimonio Nacional, como: "ese artista ha ganado muchos premios, es demasiado viejo, hay que premiar a los jóvenes" (si es así que hagan una bienal limitando la edad) "no necesita ese premio", "no necesita dinero", "no vive aquí con nosotros pelando plátanos", etc…

Algo tradicional e irregular y no ético, es no anunciar los jurados de selección y o premiación, así los artistas pueden decidir si se someten a sus consideraciones al mismo tiempo que se puede identificar el nivel y juicio “crítico” que prevalecerá.

Por criterio ético, me eximí de participar en la XIII Bienal Nacional de Artes Visuales hasta fuera de concurso, lo normal y lo correcto es que el artista así lo decida, lo haga, no es el caso de todos, ejemplos tenemos.

Artículo 23: Los artistas premiados ceden al Museo de Arte Moderno, por tiempo indefinido, los derechos patrimoniales sobre las obras ganadoras. Las mismas pasarán a formar parte de la Colección del Museo, siendo el Estado dominicano su único propietario.

Este artículo viola la Constitución y las Leyes de la República Dominicana, los tratados y convenios con la Ley Internacional de Derechos de Autor. La autoría es inalienable, los derechos patrimonio de su creador hasta su muerte y hasta 50 años después, de sus herederos. El Museo de arte Moderno, no se ha caracterizado por promover la obra de los ganadores de bienales, cada uno debiera tener una monografía, por ejemplo, organizarle retrospectivas, documentales audiovisuales, libros de ensayos críticos, todo para la distribución y venta.

Artículo 24: Se editará un catálogo cuyo contenido incluirá, por lo menos, tres ensayos críticos; la reproducción de las obras seleccionadas y premiadas, además de una biografía resumida de los artistas seleccionados y premiados.

Este artículo es de orden en toda bienal, se cae por su propio peso, la documentación es un pre-requisito de todo evento de esa naturaleza, es lo que queda y permite hacer una interpretación, medir su alcance, sus juicios de valor, en la XXII Bienal, como en todas las demás, tácito y sobreentendido y no se cumplió, hasta el día de hoy existe un hueco de memoria en su historial y el Ministerio de Cultura y el Museo de Arte Moderno están en deuda con la colectividad artística, el público y la historia del arte dominicano.

Donde fue a parar el presupuesto para ese libro, bajo la dirección de Sarah Hermann eso se lo dejamos a los investigadores de oficio comprometidos con la verdad, como Acento.com.do o Nuria Piera.

Hace años escribí:

La XXII Bienal ha sido posiblemente la Bienal más antigobiernista que se haya celebrado en la historia. En ese caso contra el gobierno del PRD e Hipólito Mejía. Quizás por eso y como gobierno saliente, nunca se hizo el catálogo, una garantía ofrecida por la organización para atraer participaciones.

Tampoco el gobierno entrante ha tenido la visión política de corregir este problema que viene a constituir una verdadera laguna o hueco en la memoria de las artes visuales en República Dominicana, a pesar de que iría a su favor propagandístico. De modo que la deuda sigue pendiente sin que los interesados, los participantes y los galardonados exijan la realización de dicho catálogo.

A donde fueron a parar los fondos para ese objetivo garantizado en toda manifestación de ese tipo, no se sabe, sobre quien cae la responsabilidad, sobre la directora incumbente saliente Sara Herman y la entrante que parece eternizada en el puesto, algo sobre lo que habría que legislar para que no siga sucediendo, ¿cómo es posible que en la constitución de la República hay límites para la reelección presidencial y los personajes en cargos públicos no lo tengan en su ejercicio?

Por otra parte el principal responsable de que no se realice la Memoria de la XXII Bienal Nacional de Artes Visuales es el Ministerio de Cultura, con un ministro que también en su momento fue permanente. La Asociación Dominicana de Críticos de Arte y el Colegio Dominicano de Artistas Plásticos , igualmente partícipes en la organización de las bienales tampoco nunca reclamaron.