SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Como canta Fito Páez “pasaba por aquí… y no lo pudimos resistir”, fue así como llegamos a la casa de Nancy una mujer, madre, buena amiga… portadora de Misterios de la cercana San Cristóbal, y como dulce dominicana, aún sin esperarnos nos invita a pasar y a compartir un café.

De conversación en conversación, nos habla con orgullo de su hijo universitario, que está bastante avanzado en su carrera de ingeniería en la Universidad O&M, y nos cuenta  con amargura y tristeza que a su muchachito un profesor se lo tenía al coger la loma y se vio obligado a retirar una materia a consecuencia de que le hizo la vida imposible porque este lleva pelo largo y trenzado.

“Si tu quieres te corta el pelo, porque mientras lo tengas así no me pasa la materia”. “De lo contrario retírala que ya tú estás quemado”, “esos son peinados de chopos y ustedes vinieron a la universidad a buscar un cambio, a ser profesionales, así que todas esas modas chopas la tienen que dejar”, son palabras del profesor, palabras que llevaron al hijo de Nancy y a otros estudiantes a retirar la materia.

Cuestioné al joven, sobre si se acercó a la dirección de la Universidad para denunciar al profesor y me dice que “decidí mejor retirar la materia y buscar otro profesor, prefiero no buscar problemas”.

En el conversatorio ¿RD de mayoría afrodescendiente? que desarrolló recientemente Acción Afrodominicana, una maestra uasdiana llamaba la atención debido a la existencia de racismo y discriminación en el país y en los altos centros de estudios, y que el problema es tan grave que los/las propios/as académicos/as lo ejercían con tal vehemencia como si no tuvieran conciencia de su existencia en el lenguaje, en su pensamiento y en la mala praxis en la que incurrían.

Y es muy alarmante, pues son las personas de la academia, las estudiadas, las que “enseñan”. En el mismo conversatorio destacaba la doctora Celsa Albert de que no podemos culpar al pueblo común si es racista, debido a que ese mismo pueblo tiene siglos recibiendo enseñanzas para que se menosprecie, se desvalorice como ser humano por el color de su piel y demás características físicas de los afrodescendientes, herramienta usada para hacer más fácil el proceso de esclavización.

Casos de discriminación se comentan en corrillos de la más grande y democrática de las universidades dominicana como es el caso de estudiantes de la UASD.

Negras afrodescendientes, fuera de allí gestoras populares, que llevan su mensaje de respeto y valoración de la diversidad a los barrios y comunidades marginadas de nuestros país, que lleva con orgullo y gracia su cabellera de ondulaciones crespa al natural y que un profesor le llamaba la atención en clase y la ridiculizó públicamente por ella llevar el pelo “malo”, incitándola a que se desrizara.

A Mercedes (nombres ficticio pues temen represalia) le fue peor, por su cabellera negra, el profesor trató de menospreciarla diciéndole que parecía una negra haitiana, que se veía fea. Ella se negó a recibir el ultraje y en plena clase lo enfrentó, no permitió que tratara de bajarle su autoestima, y mostrarla ante sus compañeras/os como un anti-modelo, ese enfrentamiento la llevó a la reprobación de la materia, e igual que el estudiante de la O&M tendrá que seleccionarla con otro/a profesor/a.

Más, ha de suponerse que los profesores y profesoras universitarios/as debían tener conocimientos e inspiración en base a la libertad, la igualdad de los seres humanos y promover en su discurso y praxis el respeto y amor por la diversidad  en todos los ámbitos de la vida humana.

Muestran hasta desconocimientos de descubrimientos científicos como el genoma humano, que data la existencia de una sola raza: la humana y que su diversidad son respuestas al clima, que nos hace blancos o negros de pelos lacios u ondulados como respuestas al sol, a la luz, al calor o al frío.

Es mucha ignorancia sobre el respeto a la diversidad. Misma tolerancia que profesores y profesoras debían promover entre estudiantes, como manera no sólo de repercutir en el salón de clases sino en la sociedad a la que deben regresar esos/esas profesionales a multiplicar libertad, a promover el respeto y amor por la diversidad, la promoción de una sociedad libre de racismo, de discriminaciones, a la promoción de una sociedad tan diversa como el mundo mismo que rota y rota sobre su eje pariendo cada día toneladas y toneladas de diversidad.

Nancy no llegó a la universidad, más con su digno y diverso trabajo desde su sencillo hogar impulsa a su hijo y haciendo un esfuerzo le paga estudios privados, para que como ella dice “acabe rápido y no se le meta en líos”. Hay que imaginarse la impotencia de esta humilde mujer de sentir que en esa misma universidad donde paga la dignidad que debía recibir su hijo es vapuleada por un indigno profesor.

Considerando que la RD es signataria de la “Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial” y ha suscrito que “todos los hombres -y mujeres, agrego yo- son iguales ante la ley y tienen derechos a igual protección de la ley contra toda discriminación y contra toda la incitación a la discriminación”, señoras y señores hagamos algo para detener esta oprobiosa y antihumana práctica