SANTO DOMINGO, República Dominicana.- La melomanía parecería ser un comportamiento fomentado en el hogar.

Todos los melómanos que entrevisté me manifestaron que en sus casas siempre hubo mucha música y que eso les estimuló el amor hacia ella.

El amor descarriado por la música puede desembocar en melomanía. Los melómanos sienten un apego desordenado por la música que se manifiesta en un afán por escuchar música y coleccionar discos de determinados géneros musicales.

Descubriendo melómanos en la ciudad de Santo Domingo, encontré personas que sienten fascinación extrema por la música; empero no podríamos hablar de patología en estos interesantes casos.

El caso de Fernando Rodríguez de Mondessert no escapa de esta tendencia. “Estoy escuchando música antes de tener conciencia que la estoy escuchando”, dijo. Su padre era seguidor de las big bands de la época de oro del jazz. De su lado, su madre era fanática de los grandes vocalistas latinoamericanos.

Fernando Rodríguez de Mondessert, melómano del jazz y director de Jazz en Dominicana.
Ariel Díaz-Alejo

A diferencia de otros géneros musicales, el jazz no ostenta una identidad con símbolos fácilmente diferenciados. Aunque los fanáticos del jazz en el país, sí suelen visitar bares y clubes específicos de jazz, bolero y baladas; que eran los cantantes cubanos, mexicanos y dominicanos.

Él recuerda que de niño que en su casa se escuchaba, opera, opereta y música sinfónica; porque era parte de lo que le gustaba a su padre.

Una colección que comenzó tempranamente

Comenzó  a comprar discos a los 15 y 16 años de edad. Para un chico que creció en una comunidad de inmigrantes en EEUU, era normal que el consumo de música fuese totalmente ecléctico.

“En el pueblo que yo vivía eran una tercera parte italiana, otra tercera judía y otra tercera negra. En el colegio en cualquier momento escuchábamos cánticos hebreos y diferentes músicas del medio oriente. Igual pasaba con los italianos  y los negros; que estaba terminando la época del Motown y estaba iniciando el R&B”.

Cuando llega a la universidad siente que su espectro musical se amplió. “ Estuve involucrado en escuchar la música country, country western, western swing y el jazz”.

Relata que en Houston, donde estudiaba, hacían parada todas las giras musicales de las bandas.

“En 1974 me llega a las manos Sun Flowers del Milt Jackson Quintet, al otro dia tuve que ir a comprar otro porque lo rayé”, una anécdota que revela la intensidad en el consumo musical del joven Mondessert.

Se trataba de un disco que solo tenía 5 canciones por la cantidad de improvisaciones. “Ese disco me lanzó a la piscina profunda del jazz”, confiesa.

Para Fernando lo que hace el jazz apasionante es la libertad musical del músico que va desarrollando hasta que el instrumento es un apéndice de su alma.

“El jazz tiene la particularidad de que las piezas son originales cada vez que las tocan. Yo te puedo invitar a escuchar la misma canción de un grupo quince veces consecutivas, y vas a encontrar diferencias en las piezas”.

“Una música no elitista”

Fernando está convencido de que el jazz no es para una élite. Según él, esto es un prejuicio que intenta desmontar con el proyecto de Jazz en Dominicana.

“El que lee donde nació el jazz, que nació en una zona de prostitución en New Orleans. Don de los que se prostituían, iban a prostituirse. Estamos hablando de una podredumbre extrema, entonces ¿Cómo puede ser de elite?”, expresa Fernando.

Lamenta que el público se aleje del jazz por considerar que no tiene capacidad para apreciarlo.

Carlos Francisco Elías: “La música es la gran banda sonora de nuestros recuerdos”

La manía de Carlos Francisco Elías por la música comenzó igualmente desde el hogar. Relata que su padre era músico y su madre mesosoprano.

Sus  tíos maternos, también eran músicos. Recuerda que su abuelo era materno era un gran melómano.

Subraya que la melomanía, se cultiva con el tiempo y que no es común en este comportamiento encontrar quienes tengan una visión heterogénea  de los géneros musicales.

Dice que también existen personas que les gusta mucho la ópera de un modo desesperado, pero que de esa misma manera hay quienes no resisten una ópera completa y desde el punto de vista escénica no serían espectadores de una obra en vivo.

En Elías, la música clásica y el jazz, son sus géneros favoritos. “Me gusta mucho la música clásica, escencialmente música Barroca”.

Elías, difiere un poco de Mondessert sobre la potencialidad interpeladora del jazz en todos los sectores. “El problema del jazz es que es invevitable decirte que la música nos guste o no,  es la gran banda sonora del proceso de la vida. Hay algo cognoscitivo, reflejo sonoro y memoria, que es muy importante”, afirma Elías.

Mi música favorita, pero no siempre

Carlos Francisco Elías muestra uno de los discos preciados de su colección.
Ariel Díaz-Alejo

La música está relacionado con los estados de ánimo. Esa condición no escapa de un melómano como Carlos Francisco Elías, quien me confiesa que no siempre se siente interiormente óptimo para escuchar su música favorita.

“La escucha de música tiene que ver con la tranquilidad interna que se tenga en el momento”, sostiene. Entiende que para algunas personas la música puede estar contra indicada, aunque sean melómanos.

“Yo no puedo escuchar música en distancias cortas. En distancias largas, para tomar carretera, escucho jazz, ninguna otra música”.

Me mostró parte de su colección de discos. Me contó que de jazz clásico, es de lo que más busca y atesora.

Otra de las cosas destacables de las declaraciones de Elías es que entiende que un melómano también tiene un instinto pedagógico en torno a la música, porque los melómanos son difusores de la música.

A pesar de que tiene una gran cantidad de discos, dice que tiene pendiente la tarea de conseguir  la música de todo el periodo de inicios del jazz, 1900.

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