“Medianeras” es la historia de Mariana y Martín dentro de una ciudad aparentemente caótica, pero que guarda sus encantos para unir a las personas en la distancia.
Esta ópera prima de Gustavo Taretto embiste de frente a la modorra creativa que expresan muchos realizadores, que empujan un guión falto de entusiasmo y sin sentido, pero que en la idea de este debutante todo se mantiene fresco.
Martín es un adicto al mundo virtual que se hace difícil organizar su vida a partir de las relaciones personales directas sin intermedios y Mariana acaba de salir de una relación y su mundo se encuentra en total desorden.
Esta pareja, distante, pero a la vez cercanas toman sus decisiones propias a partir de sus respectivas experiencias con la vida.
Esta mirada personal y a la vez universal es lo que Taretto quiere lograr con la inmersión de estos dos personajes dentro de una gran ciudad con lo es Buenos Aires.
De esta manera el director utiliza el entorno arquitectónico de la ciudad para fraguar una idea que le funciona de maravilla por su frescura y sensibilidad, cuyo montaje paralelo sirve como una sucesión de lecturas ambivalentes y significativas que determinan gran parte de la construcción narrativa de la película.
Con algunos guiños fílmicos con “Manhattan” de Woody Allen, Taretto avanza por un relato que se construye a sí mismo y sin tropiezos.
Sus protagonistas Pilar López de Ayala (Juana la loca) y Javier Drolas (El mural) encuentran el equilibrio adecuado dentro de un contexto argumental que les favorece constantemente por sus cualidades interpretativas que hacen reales los diálogos que navegan entre lo real y lo filosófico.
“Medianeras” es un filme refrescante, una historia de amor en estos tiempos de tanta tecnología y poca relación personal.