Marcel Rasquin (Happy Endings, 2004) es un realizador que le importa mucho el cine y le importa la naturaleza de su propio país: Venezuela.
Por eso se preparó en adentrase en un drama de tensión urbana, un cuento que puede ser visto en cualquier callejón, favela o semillero del continente latinoamericano.
“Hermano” constituye una aproximación a un tema que, dentro del cine latino, ha sido recurrente: la pobreza, el desamparo, pero con un vilo de esperanza frente a los problemas sociales.
Este relato urbano toca la vida de dos hermanos de crianza unidos por un fuerte lazo familiar y la pasión por el futbol, entusiasmo que la viven entre la violencia y la pobreza urbana.
Pero cuando una tragedia golpea a la familia, ambos deben decidir entre la unión familiar, la venganza, o el poder lograr el sueño de sus vidas.
Este es el cuadro que Marcel impone con pocas justificaciones, aunque soluciona muchas de las cuestiones argumentales dejando que el público vaya reflexionando sobre cada una de las situaciones que se expresan en el filme.
Una visión de Caracas se deja sentir sin dejar a un lado ciertos clichés, pero con un arrojo sentimental y descarnado.
La cámara se introduce por esos callejones acompañando a cada personaje y describiendo el contexto de una manera realista.
“Hermano” es un cine que mira hacia el lado realista y esperanzador del cine latinoamericano.