Adaptación de la novela homónima de F. Scott Fitzgerald publicada en el 1925, aunque no tuvo gran receptividad en su época, fue después de su reedición en la década del 50 cuando el texto se convirtió en lectura obligada en los círculos literarios estadounidenses.

Enmarcada en New York y Long Island, el gran Gastby es la oportunidad que le permitió a Fitzgerald retratar muy bien la sociedad norteamericana de principios del siglo XX, una sociedad adormecida por el alcohol y las largas juergas que caracterizaba a esos “Happy Twenties”.

Dentro de este contexto salta a relucir la sombra de un enigmático personaje de nombre  Gatsby, un hombre rico y misterioso que da pie a las más creativas especulaciones, pero que detrás de ese halo de misterio está la voluntad de un romántico que desea recuperar al amor de su vida y que está dispuesto a todo para lograrlo.

Un filme que ha tenido varias versiones cinematográficas desde el cine mudo, incluyendo  la versión de 1974 por Jack Clayton, con Robert Redford como protagonista y Mia Farrow en el papel de Daisy, considerada, por la mayoría de los críticos, como la mejor lograda.

Ahora en versión de Baz Luhrmann (Moulin Rouge, 2001) el texto de Fitzgerald trata de adquirir otros matices en sus términos visuales. Luhrmann prepara toda una parafernalia artística que en algunas ocasiones salta el propio texto argumental para jugar con los símbolos epocales y matizar esta expericiencia, aunque un tanto teatral, por un camino lleno de eclepticismo.

Su primera parte se jacta de una extravagancia que deja pocos huecos para la imaginación, mientras que su segunda parte se centra más en el conflicto de los personajes que en la sofisticada indumentaria del propio filme.

Con un elenco de lujo encabezado por Leonardo DiCaprio como Gatsby, el filme, sello indiscutible de su realizador, se explaya en focalizar los puntos importantes de la trama, no dejando de lado la idea que el autor quiso expresar con su crítica hacia la sociedad norteamericana de su época.

El gran Gastby puede gustar o no, pero no deja de ser un experimento factible en términos cinematográficos.