El reciente caso de un rebelde sirio dándole un mordisco al corazón de un enemigo es impactante y perturbador. ¿Pero es acaso este incidente más inhumano que todas las innumerables atrocidades que ya han ocurrido en esta guerra?

Estamos acostumbrados a los informes sobre fosas comunes, tortura, matanzas y mutilaciones de civiles, así como la destrucción de aldeas completas.

Pero esta acción particularmente bárbara ha atraído una atención especial. El canibalismo parece contradecir a la moral y las creencias éticas sobre lo que es o no aceptable en situaciones bélicas. ¿Es que la violencia realmente alcanzó una nueva dimensión? ¿Cuál es la motivación detrás de estos actos?

Nuestra unidad de investigación en el Departamento de Psicología de la Universidad de Constanza se dedica a comprender los mecanismos que motivan la crueldad.

Al entrevistar a más de 2.500 excombatientes en Uganda, Ruanda, Colombia y República Democrática del Congo, encontramos evidencias de que las numerosas atrocidades cometidas en estas regiones -más allá del resplandor de la publicidad occidental- no son menos brutales o menos inhumanas que este reciente incidente en Siria.

Agresión desinhibida

Sobre el autor

Roland Weierstall

  • Roland Weierstall es profesor adjunto de psicología clínica en la Universidad de Constanza.
  • Su especialidad es la psicobiología de la agresión humana.
  • Ha realizado estudios extensos con excombatientes de Uganda, Ruanda, Colombia, República Democrática del Congo, Burundi y la Segunda Guerra Mundial.

Al contrario, cuando caen las barreras morales y se legitima la violencia en el contexto de la guerra, la inhibición de la muerte dentro de la misma especie se desvanece. Ver sufrir a la víctima puede ser recompensa suficiente por la violencia, independientemente de recompensas secundarias, como el honor, estatus o bienes materiales.

Hay dos motivaciones básicas que fomentan un comportamiento tan violento.

En primer lugar, existe la violencia que resulta de emociones negativas como la rabia y el odio y que aparece como una respuesta a una amenaza. Y en segundo lugar, hay emociones "positivas" como la agitación o el placer hedonista.

La primera es más fácil de entender para los civiles. Nadie conoce la historia detrás del video sirio y, por lo tanto, nadie sabe los motivos de la conducta del rebelde. No tiene excusa, pero sugiero que se puede entender, teniendo en cuenta lo que pudo haber sucedido antes del incidente.

Por la ira y el deseo de venganza, los seres humanos se pueden comportar de una manera inhumana.

Las ejecuciones de Saddam Hussein u Osama Bin Laden nos recuerdan que bajo ciertas circunstancias hasta los civiles pueden dejar de lado sus creencias y valores morales, que incluyen abstenerse de matar. En vez de provocar reacciones de consternación, el video de una ejecución y la foto de la sangre de un hombre en su dormitorio se convirtieron en trofeos de una gran cacería.

Niños sirios

Unos dos millones de niños en Siria se enfrentan a la desnutrición, enfermedades y traumas.

En consecuencia, no debería horrorizarnos la brutalidad de actos violentos de guerra. ¿Pueden las emociones y por lo tanto esos actos violentos ser más intensos que en un conflicto duradero e irreconciliable como el de Siria?

La segunda forma de conducta violenta, llamada agresión apetitiva -cometida por "placer"- nos es menos familiar. Aproximadamente un tercio de todos los excombatientes en nuestros estudios dijeron que hasta cierto punto la violencia y el esfuerzo de la víctima por liberarse podrían ser fascinantes e incluso excitantes. En estos casos, la sangre debe ser derramada al matar a la víctima.

La tortura sistemática para hacer sufrir al adversario, la mutilación de civiles -como cortarles las orejas, los labios o los genitales- y la profanación de cadáveres son subproductos sorprendentemente comunes de la guerra y la escalada de la violencia, encontrándose en distintos contextos culturales e históricos.

Cuestión de cultura

Por eso, el caso sirio no debería sorprender a nadie. Más nos debería sorprender que se mantenga en secreto el alcance de las violaciones de derechos humanos en Siria.

Además de la agresión apetitiva como una motivación central para el comportamiento cruel, el canibalismo en particular puede tener un considerable significado social y ritual. Hay grupos rebeldes que recurren al canibalismo supersticioso como parte de una cultura tradicional.

Casi 10% de exrebeldes en la República Democrática del Congo reportaron en uno de nuestros estudios que habían comido carne humana y uno de cada cuatro dijo haber sido testigo de canibalismo entre sus camaradas.

Los combatientes Mai-Mai del este de Congo beben la sangre de sus adversarios o ingieren sus corazones o genitales para asimilar el poder del guerrero enemigo. Sin embargo, al no haber pruebas de una tradición histórica de canibalismo en Siria, la especulación en esta dirección parece ser descabellada y exagerada.

Es probable que el comportamiento mostrado en el video se convierta en algo más frecuente y persistente en el conflicto sirio.

La violencia contra civiles y los actos indescriptiblemente crueles contra el enemigo son estrategias coercitivas poderosas y efectivas para intimidar y desmoralizar sistemáticamente al enemigo, incluso si se arriesgan a una venganza.

La atención que los medios han dado a este incidente y la intensa indignación resultante podrían demostrar la voluntad de los rebeldes de recurrir a la violencia y aumentar su capacidad de negociación dentro del conflicto… o alimentar aún más el ciclo de la violencia.

La motivación subyacente a la conducta humana cruel es compleja. Una evaluación adecuada de este incidente en Siria depende de información suficiente que -especialmente para el conflicto sirio en general- es rara vez disponible.