Cuando Kimberly y su esposo David sorpresivamente recibieron la noticia de que ella estaba embarazada en enero de este año, no podían estar más felices.
Un par de meses antes, Kimberly Manzano, de 35 años, había experimentado una pérdida y cuando aún estaban recuperándose de esa dolorosa experiencia, se sintieron bendecidos con esta segunda oportunidad.
“Esto es un milagro, un regalo de Dios”, se dijeron emocionados.
Pero esa felicidad se transformó en dolor cuando, a las siete semanas de embarazo, descubrieron durante una ecografía que algo no andaba bien en la médula espinal del feto.
Fueron a visitar a un especialista que, después de examinarla, les dijo que las complicaciones de salud eran muchas y les sugirió pensar en la posibilidad de interrumpir el embarazo.
"Quedamos devastados", le explica Manzano a BBC Mundo.
Como la pareja era totalmente antiaborto decidió consultar una segunda opinión, la de un cirujano infantil que, al igual que ellos, era profundamente religioso.
Este médico les dijo que rezaran, que leyeran la biblia y se aferraran a una esperanza.
Y eso hicieron. Pero en cada cita surgían nuevas complicaciones y las noticias solo empeoraban.
Las posibilidades que tenían el feto de sobrevivir eran mínimas. Y, según les explicó el profesional, ella misma se arriesgaba a contraer una infección y quedar expuesta a un shock séptico, o a quedar infértil.
Él, que les había aconsejado rezar, les recomendó que abortaran.
Pese a sus creencias, la pareja pensó que era lo mejor.
Tema tabú
Siendo miembros de una iglesia evangélica no denominacional (una congregación que no se adhiere a una denominación específica dentro del mundo protestante), donde el aborto es un pecado, la decisión que les tocó tomar fue muy difícil.
En esa época, su visión era extremadamente crítica contra las mujeres que recurrían a la práctica.
“Pensaba que el aborto era algo que hacían las mujeres promiscuas” para terminar con un embarazo no deseado, o como una forma de control de la natalidad, contó Kimberly.
Todos los meses, el matrimonio donaba dinero para campañas antiaborto.
Nunca pensó que un aborto pudiera ser una necesidad por razones de salud. "Tenía una visión muy inocente, muy poco educada", indica.
En su círculo cercano de familiares y amigos no era un tema de conversación. Ella nunca había conocido a una mujer que se hubiera practicado un aborto, ni le había prestado atención a las razones que esgrimen quienes están a favor del procedimiento.
Incluso los abortos espontáneos eran un tema tabú del que no se hablaba por ser un tema considerado como vergonzoso.
Después de tomar la difícil decisión de abortar, se enfrentaron a un segundo problema que no se esperaban.
En Texas, el estado en el que viven, el aborto es ilegal, aunque la ley contempla excepciones como salvar la vida de la madre o prevenir "un deterioro sustancial de una función corporal importante".
Sin embargo, las organizaciones proaborto argumentan que la legislación texana está redactada de una manera tan ambigua, que es difícil demostrar que la vida de la madre está en peligro o que prolongar el embarazo es perjudicial para su salud.
Como la muerte de Manzano no era inminente, ni la continuación del embarazo representaba en ese momento un perjuicio a su salud, las puertas estaban cerradas en Texas.
¿Qué hacemos ahora?, se preguntaron. Fue entonces cuando comprendieron que la única opción que tenían para interrumpir el embarazo era viajar fuera de Texas, a un estado donde el aborto fuese legal.
Escogieron una clínica en Nuevo México, financiando el aborto con sus propios medios, porque su seguro de salud no cubría la intervención médica.
Abortos interestatales
Ese viaje desde un estado donde el aborto es ilegal a otro donde es legal, lo han tenido que hacer muchas mujeres en los últimos dos años, desde que la Corte Suprema eliminó el derecho a la interrupción del embarazo que existía a nivel federal.
La decisión judicial puso fin a casi medio siglo -desde 1973 hasta 2022- de aborto legal en el país, dejando que cada estado asumiera la potestad de regularlo como desee.
Tan pronto se anuló el derecho constitucional al aborto, los primeros estados en ilegalizarlo fueron Texas y Misuri.
Dado que habitualmente no es tan sencillo demostrar que las pacientes califican para determinadas excepciones, muchos médicos prefieren evitar los procedimientos por temor a ser juzgados.
Texas tiene una de las legislaciones más restrictivas de EE.UU.
Si un médico realiza un aborto que no se ajusta completamente a la normativa, puede enfrentar hasta 99 años de prisión, una multa de US$100.000 y la pérdida de su licencia.
“Mamá, papá, ustedes podrían haber sido una gran familia”
Al llegar a Nuevo México, Kimberly y su esposo se dirigieron a la clínica abortiva.
Al cruzar la puerta, le explica a la BBC Mundo, "me sentí acogida y tratada con respeto".
Terminado el procedimiento, ella y su esposo estaban saliendo del establecimiento, cuando se dieron cuenta de que había una manifestación antiaborto en el exterior.
Uno de los activistas se les acercó y les dijo: “Mamá, papá, ustedes podrían haber sido una gran familia”.
En ese momento, “nosotros no dijimos nada”, relata.
Cuando subieron al auto, ella le preguntó a su pareja: “¿Escuchaste lo que nos dijo?.
Él no le había prestado atención a las palabras del manifestante y cuando se enteró de lo que había sucedido, pensó en volver a la manifestación y encararlo.
Sin embargo, decidieron que eso causaría más problemas.
“Fue como una bofetada en la cara”, dice Manzano. “¡Nos dimos cuenta que nosotros habíamos sido como ese hombre!”.
“Después de todo lo que vivimos, mi opinión dio un giro de 180 grados. Ahora creo que el aborto es algo entre tú, tu médico y tu Dios”.
El debate sobre el tema, que genera grandes divisiones en Estados Unidos, se ha intensificado de cara a las elecciones del 5 de noviembre, en la que los estadounidenses votarán por el próximo presidente, gran parte de los congresistas y otras autoridades estatales.
Incluso el aborto formará parte de la votación en 10 estados del país.
La candidata demócrata, Kamala Harris, apoya la interrupción del embarazo en el país, mientras que el candidato republicano, Donald Trump, mantiene que cada estado debe tomar su propia decisión.
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