REDACCIÓN.-“Existe realmente una red homosexual en el Vaticano. Hay una casa sobre el Monte Mario con muchas llaves. Todos aquellos que tienen una llave pueden usar ese lugar para tener encuentros sexuales”.
Así narra el joven teólogo alemán David Berger sus vivencias durante siete años en academia vaticana de Santo Tomás de Aquino, en donde enseñó hasta que decidió asumir públicamente su preferencia homosexual y escribió el libro La sagrada apariencia. Ahora acaba de fundar la revista gay Männer, en Berlín.
En una entrevista con la periodista Laura Lucchini, de El Puerco Espín (elpuercoespin.com.ar), Berger narra:
“He estado allí y he conocido allí a un monseñor del Vaticano. Nos hemos arreglado así. Mientras se permanece leal a la línea y se obedece, se puede hacer en forma privada aquello que se quiere. Pero en cuando uno alza la cabeza se te hace notar: “atento, que también tú tienes esqueletos en el armario”. Y es así que muchos hacen carrera, adecuándose a la línea más conservadora”.
Explica la periodista Laura Lucchini que a los 35 años, hace diez, David Berger era uno de los teólogos más jóvenes de la academia vaticana de Santo Tomás de Aquino. Fiel a una línea ultraconservadora, director de la ilustre publicación Theologisches y amante de las liturgias tridentinas, estaba considerado un enfant prodige de la teología.
"He sido contactado recientemente por un sacerdote católico que tenía una relación con otro sacerdote. Su compañero no aceptaba ser homosexual: se roció con bencina y se prendió fuego. Es un ejemplo de cómo la homofobia se cobra víctimas”
“Sus artículos recibían comentarios directos del entonces cardenal Joseph Ratzinger, de quien todavía conserva una postal de Navidad. Sin embargo, al recordar estos hechos desde su departamento en el barrio de Schöneberg en Berlín, los condena como un pecado capital: vanidad”, detalla.
Agrega que Berger decidió salir del clóset, cuando ya no pudo soportar más los chantajes a que lo sometían en el Vaticano. Abandonó Roma y la teología conservadora. Escribió un libro sobre sus siete años en el Vaticano, La sagrada apariencia, que fue best seller en Alemania y se convirtió en un exponente destacado de la lucha por los derechos homosexuales.
A partir de esta semana dirige la revista gay Männer en Berlín. Quiere transformarla en una publicación de referencia para todos los gays alemanes, precisamente en un momento de gran debate en Europa sobre la situación de las parejas homosexuales. Denuncia que «la homofobia de la Iglesia se cobra víctimas» y pide una apertura para que los homosexuales puedan vivir plenamente su fe.
Sobre sus propias vivencias como homosexual y teólogo revela:
"No vivía en el Vaticano, sino en Roma. Además, seguía enseñando en Colonia, excepto por unos seminarios en bloque en la academia vaticana. Mi novio iba siempre conmigo, vivíamos sobre el Aventino, en el claustro dominicano. Teníamos cuartos contiguos y oficialmente era mi primo, aunque todos sabían cuál era nuestra relación real. Nadie se inmiscuyó jamás en lo que sucedía entre nosotros. Pronto me di cuenta de que muchos vivían como nosotros en ese ambiente".
“De diez años a esta parte, se ha instaurado en la iglesia un clima en el que cada vez más a menudo las autoridades religiosas se han expresado en tonos difamatorios contra los homosexuales”, afirma.
“Esto lleva a que muchos homosexuales que son profundamente creyentes lleguen a tener una mala conciencia y, por añadidura, se enfermen psicológicamente. He sido contactado recientemente por un sacerdote católico que tenía una relación con otro sacerdote. Su compañero no aceptaba ser homosexual: se roció con bencina y se prendió fuego. Es un ejemplo de cómo la homofobia se cobra víctimas”, sostiene.
(ver la entrevista completa en el siguiente enlace: elpuercoespin.com.ar)
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