Una comparación entre las declaraciones juradas sobre su patrimonio de funcionarios peledeístas y del PRM evidencia sutilmente que existe en el área del gobierno, no tanto un cambio generacional, pues ambos liderazgos tienen más o menos la misma edad, pero sí tal vez de clase social. Un líder peledeísta sigue el patrón de un origen humilde, mientras que los nuevos del PRM tiran más a la clase media o la alta.

Leonel Fernández vivió en un barrio pobre, Villa Juana, antes de migrar a otro también de pobres en Nueva York. Danilo Medina nació en Bohechío, un pequeño pueblo del sur. Casi todo el liderazgo peledeísta estudió en una Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), fuerte en luchas ideológicas, pero pobre en nivel académico. Casi todos también optaron por ser abogados. Leonel Fernández estableció parte de su modesto bufete en uno de los edificios de varios pisos de la calle El Conde. Miembros del mismo terminarían en el gabinete de Fernández. Comenzaron en el gobierno con un modesto patrimonio y muchos, desobedeciendo las enseñanzas de su gurú, Juan Bosch, terminaron ricos. En la reciente autocrítica de su partido Danilo Medina citó el afán de lucro entre la membresía peledeísta, lo que condujo a su gran derrota electoral.

Un vistazo a las declaraciones de patrimonio de los integrantes del nuevo gobierno muestra que está compuesto mayormente por jóvenes profesionales de éxito, casi todos graduados de INTEC y la PUCMM, instituciones de alto nivel académico y de poca lucha ideológica. Abundan los economistas y administradores de empresas y muchos con estudios de postgrado en Europa y Norteamérica.

El propio presidente Luis Abinader es un buen ejemplo de persona con este perfil. En adición de ser un exitoso empresario en el área turística y universitaria, realizó sólidos estudios que lo llevaron al postgrado. Sobre todo no existe ninguna evidencia de que las empresas que promovió su familia hayan recibido ayuda del sector público.

En esta época de polarización ideológica en América Latina y Estados Unidos (Trump, Bolsonaro, Evo Morales, Maduro, Ortega, López Obrador) resulta reconfortante que ese fenómeno no haya surgido entre nosotros. Más bien la clase media, hastiada del PLD, votó por el partido más cercano a ella misma en lo relativo a su liderazgo.

Ya pasó la época de los “tutumpotes” de Bosch de 1962. Los grandes empresarios han dejado de ser los dueños de extensas plantaciones de caña. De hecho ya consumimos más azúcar que la que exportamos y hemos devenido en una economía de servicios: turismo, remesas, grandes importadores y banca, la primera gran banca dominicana habiendo surgido apenas en 1964 y los primeros importantes empresarios turísticos años después. Se trata, consecuentemente, de sectores muy nuevos. Ya se nota entre esta nueva camada el sutil pleito por los recursos de los fondos de pensiones.

Pero, muy lamentablemente, el gobierno del PRM enfrenta problemas que no podrá solucionar. Los turistas no abandonarán Europa y Norteamérica para trasladarse al Caribe y Centroamérica, aún si nuestro gobierno paga asientos vacíos para que existan muchos vuelos o pague hoteles para que estos abran cuando no tienen clientes. Se trata de una misión imposible, por lo menos hasta que el grueso del mundo esté vacunado contra el corona virus. Por suerte los altos precios del oro y los bajos del petróleo nos ayudan. El nuevo equipo económico ha tenido éxito en la colocación la semana pasada de su primera emisión de bonos soberanos. El mercado evidenció confianza en ese equipo de jóvenes y apetito por comprar a tasas de interés bien bajas.  La mayoría de los economistas del mundo ha devenido en nuevos Keynesianos pues es la hora para que tanto los pobres como los ricos del mundo se endeuden a tasas bajas.

Más bonos, pero eso sí, continuando con la política de eliminar las botellas.